Un grupo de aventureros británicos ha decidido hacer algo que suena casi imposible: escalar el Everest en solo una semana. Este gran desafío tiene un costo de 150.000 euros y utiliza una técnica bastante controvertida: la inhalación de gas xenón. La expedición, liderada por el guía austriaco Lukas Furtenbach, ha generado tanto emoción como críticas en el mundo del montañismo por la forma inusual de abordar una de las montañas más difíciles del planeta.

La inmediatez, que todo lo preside, también ha llegado al Everest

La idea de ascender rápidamente el Everest no es nueva, pero el uso de gas xenón para ayudar en la aclimatación sí lo es. Tradicionalmente, escalar el Everest requiere meses de preparación para que el cuerpo se adapte a la alta altitud. Sin embargo, estos alpinistas están optando por un enfoque radical, y la inclusión del gas xenón busca reducir ese tiempo. Se presume que este gas incrementa la producción de eritropoyetina (EPO), lo cual mejora la resistencia a la altitud.

El uso común del gas xenón se da en campos como el aeroespacial y la medicina

A pesar de que el xenón se utiliza en algunas áreas de la medicina, así como en la industria aeroespacial, su uso en el montañismo ha sido objeto de debate. Los científicos están estudiando cómo el xenón puede ayudar al cuerpo a manejar mejor la falta de oxígeno, lo cual es esencial en expediciones a gran altitud. Pero, ¿realmente funciona?

Las consideraciones éticas en el mundo del alpinismo siempre han sido subjetivas

La escalada del Everest ha sido objeto de muchas discusiones éticas. Usar métodos que alteren la forma en que el cuerpo se aclimata puede ser visto como un juego sucio en el espíritu del alpinismo. Algunos críticos dicen que este enfoque convierte una tradición profundamente respetada en un espectáculo más que en una verdadera prueba de resistencia y habilidad. Sin embargo, los organizadores de la expedición arguyen que este método prioriza la seguridad al reducir el tiempo de exposición a condiciones peligrosas.

A priori, el uso del gas xenón no es un tratamiento milagroso

Las dudas sobre la eficacia del gas xenón también provienen de expertos. Fisiológos como Adrián Castillo han cuestionado si esta técnica realmente mejora el rendimiento a largo plazo. En un podcast reciente, él y su compañero Aitor Viribay comentaron sobre el doble ascenso al Everest de Kilian Jornet, el cual tuvo que lidiar con severas dificultades fisiológicas a 8.000 metros de altitud. Esto sugiere que, aunque el xenón puede ofrecer algunos beneficios, no es una solución mágica para todos los escaladores.

El aire de aventura se siente en el aire

La expedición británica también incluirá el uso de oxígeno suplementario y la ayuda de sherpas, que son fundamentales en la cultura del montañismo en Nepal. La combinación de estas estrategias tiene como objetivo alcanzar la cima en un tiempo récord y regresar a casa sanos y salvos. Pero el éxito está lejos de ser garantizado, y la comunidad de alpinistas sigue observando con atención y un poco de escepticismo.

El legado de Kilian Jornet

En 2017, el escalador Kilian Jornet experimentó las extrema presión y dificultad de escalar esta majestuosa montaña, sufriendo un apagón durante su descenso. Su historia es un recordatorio de lo que está en juego en estas aventuras. Mientras que la expedición británica se está preparando para lo que algunos consideran una forma moderna de escalar, las lecciones del pasado nunca deben ser olvidadas.

Un futuro incierto

El uso de gas xenón en montañismo continúa siendo un tema espinoso. A medida que la tecnología avanza y los límites son empujados, la comunidad de escaladores se enfrenta a la difícil pregunta de hasta dónde se pueden llevar las innovaciones sin comprometer la esencia del deporte. ¿Es el futuro del alpinismo una mezcla de ciencia y aventura? Solo el tiempo lo dirá.

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