El 12-M supone un doble reto, según afirman tanto el PSC como Junts, aunque la incertidumbre está en qué decidirá ERC. Los estrategas electorales están contemplando varios escenarios, incluida la posibilidad de que se repitan las elecciones, pero el resultado sigue siendo difícil de alcanzar según los datos actuales de las urnas. La presidencia de la Generalitat podría ser la clave para la estabilidad del gobierno de Pedro Sánchez, dependiendo de los votos independentistas en Madrid. Las próximas 24 horas serán cruciales para movilizar a un segmento de aproximadamente un millón de votantes indecisos, de los cuales alrededor de 100.000 se inclinan hacia el abstencionismo independentista.

La suerte electoral del PSC dependerá en gran medida del área metropolitana de Barcelona. En 2021, los socialistas obtuvieron 23 de sus 33 diputados en esta circunscripción que cuenta con el mayor número de escaños. Sánchez ha concentrado su campaña en esta región, con apariciones en actos como la Feria de Abril, Montmeló, Sant Boi, Vilanova i la Geltrú y, más recientemente, el pabellón de Vall d’Hebron. La diferencia de escaños entre el PSC y Junts en Barcelona puede resultar decisiva, eclipsando potencialmente la influencia de ERC. La estrategia de Oriol Junqueras para ampliar el apoyo al partido se centró inicialmente en el ‘cinturón rojo’, pero inesperadamente se ha inclinado hacia el naranja (Cs) y desde entonces se ha desplazado aún más hacia la izquierda. La campaña de Sánchez contra el PP y Vox sirve como factor de motivación para los votantes que se sienten desconectados de las elecciones catalanas.

 

El PSC pretende reforzar su victoria en el área metropolitana, una de las vulnerabilidades de Junts y Puigdemont.

El PSC se vio inicialmente sacudido por la sacudida de Sánchez, pero Illa, sereno como siempre, se ha adherido firmemente a su plan: las referencias a una “década perdida” y los llamados a “pasar página” se han mantenido sin cambios. El estado de excepción declarado por el presidente del Gobierno ha remodelado el relato. Carles Puigdemont, el candidato de Junts, había dominado el discurso previo al 12-M, pero Sánchez desvió la atención del expresidente durante cinco días, una medida que podría resultar crucial. Junts ha sido implacable a la hora de sondear las intenciones de voto del PSC, que se ha transformado en un partido que lo abarca todo, reforzado por incorporaciones de alto perfil como Josep Lluís Trapero y el respaldo de figuras como Manuel Castells, Santi Vila y Miquel Sàmper.

La composición del futuro Gobierno depende no sólo de los resultados de las encuestas sino también de las alianzas postelectorales. Illa afirma que “el gobierno de Cataluña se determinará dentro de Cataluña”, y el PSOE le otorgará plena autonomía para navegar las negociaciones. Ante la improbabilidad de conseguir mayorías absolutas, el candidato se ha mostrado abierto a la reactivación del tripartito de izquierda. Los Comunes, encabezados por Jéssica Albiach, abogan enfáticamente por esta fórmula potencial para salvar vidas, junto con Yolanda Díaz, cuyos esfuerzos por ganar terreno han fracasado. Además, los socialistas han colaborado con ERC en el Congreso durante los últimos cinco años, un hecho promocionado por los republicanos en contraste con Junts. Sin embargo, aún está por verse el impacto del desempeño electoral de ERC -tanto a nivel de liderazgo como entre sus partidarios de base-, junto con si su orientación futura se alineará con el espectro izquierda-derecha o con una postura nacionalista. Pere Aragonès convocó elecciones tras el rechazo de los Comunes al presupuesto negociado con el PSC, pero las encuestas indican que su intento de mostrar los logros de su administración no ha logrado resonar entre el electorado.

Las encuestas favorecen a Junts en la contienda entre independentistas, pero ERC tendrá la llave.

El president ha encabezado el ranking de propuestas -financiación, referéndum, departamento catalán…- mientras “el resto habla de escaños”, insiste Aragonès. Ha lanzado ataques contra Illa por el “nacionalismo español” del PSC y buscó sin éxito un enfrentamiento cara a cara con Puigdemont. Hasta el acto central de campaña, ERC había desestimado los llamamientos a la unidad de Junts. “Queremos reconstruir la confianza” con la independencia, afirma Marta Rovira. Los republicanos evitan el debate sobre los pactos y apelan al “orgullo” para movilizar a su electorado. El lunes todas las miradas se dirigirán a la sede situada en la calle Calàbria. “Tendremos que llamarnos entre nosotros”, dicen desde Junts; y “hacer un esfuerzo” para evitar que ERC se incline hacia el PSC.

Puigdemont ha conseguido atraer a más de 12.000 personas a la fanzone de Argelers en una movilización comparada con la campaña de Junts pel Sí de 2015. El expresident ha protagonizado mítines, ruedas de prensa y entrevistas, mientras que Jordi Turull y Josep Rull han estado en Encargado de la Campaña B y debates. Independientemente del resultado, Turull ya ha ganado. La dirección del partido celebra la imagen de un partido “de primera división, compacto y ordenado” y recupera a Jordi Pujol y Artur Mas. Sin embargo, es innegable que el liderazgo de Puigdemont y el compromiso con su regreso parlamentario para un debate de investidura han elevado significativamente las aspiraciones de Junts.

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